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Ramón Jordán Alva
Presidente del COF
de Zaragoza
Editorial
v
Con estos
desabastecimientos,
los ciudadanos
empiezan a darse
cuenta del esfuerzo
diario que realiza
toda la cadena del
medicamento para
llevar los fármacos a
cualquier lugar de la
geografía española
L
as personas somos muy especia-
les. No hay forma de que valoremos
las cosas hasta que nos las quitan.
Es curioso, ya puedes tener el me-
jor coche, el mejor electrodoméstico, la mejor
casa, que la rutina hace que te acostumbres
a ello y no los valores. Ahora bien, si hace-
mos la prueba de quitar de un plumazo a una
persona cualquiera de estos elementos y los
sustituimos por algo peor, entonces habremos
conseguido dos cosas: enfadarla y que esta
persona valore en su justa medida lo que tenía
antes. Esto, que dicho así puede ser obvio, es
lo que está ocurriendo estos días en nuestro
microcosmos farmacéutico.
Los desabastecimientos están a la orden del
día. Una situación que nos impide realizar una
de nuestras funciones más básicas: la dispen-
sación de medicamentos a la población. Aun
así, el león no es tan fiero como lo pintan, ya
que escuchando a determinados medios de
comunicación parece como si las estanterías
de las oficinas de farmacia estuvieran vacías,
lo que por supuesto dista mucho de ser ver-
dad. Desabastecimientos ha habido siempre
y todos lo sabemos, pero desde luego en los
últimos meses se han incrementado de forma
exponencial.
La mayoría de desabastecimientos se pue-
den solucionar en la misma oficina de farma-
cia sustituyendo el medicamento por otro de
igual composición, por lo que el impacto para
el paciente es nulo. En el resto de los casos,
que son la minoría, hay previstos dos meca-
nismos de dispensación: elaborar el medica-
mento como fórmula magistral o bien obligar
al paciente a ir a los servicios de farmacia de
los centros hospitalarios y que se los dispen-
sen como medicamentos extranjeros. Aquí es
donde enlazo con mis primeras líneas. Un pa-
ciente que necesita un medicamento y está
acostumbrado a recogerlo en su oficina de
farmacia, se encuentra con la desagradable
noticia de que tiene que desplazarse a un hos-
pital para conseguirlo. Aunque el paciente esté
próximo al hospital es un incordio porque tiene
que desplazarse y perder tiempo, pero imagi-
nemos que es un paciente que reside en un
pueblo a decenas de kilómetros del hospital
DESABASTECIMIENTOS
de referencia. Esa persona deberá solicitar un
permiso en su trabajo, o pedirle a alguien que
le lleve, coger el autobús o bien que sus hijos
pierdan horas de su trabajo para conseguir el
medicamento… O el peor de los escenarios:
que abandone el tratamiento por la dificultad
de acceder al hospital. En fin, el costo personal
que provoca esta situación es enorme.
En el caso de medicamentos que por su galé-
nica no pueden hacerse por formulación ma-
gistral, es inevitable el proceso que hemos
apuntado antes, pero es que hay medicamen-
tos que sí pueden hacerse y que a pesar de
ello, la administración sanitaria prefiere dispen-
sarlos en los servicios de farmacia de los hos-
pitales. El paciente pasa de tener más de 700
puntos de dispensación de medicamentos en
Aragón a menos de 10.
Somos conscientes que tenemos una admi-
nistración sensible al paciente ya que no to-
das financian fórmulas magistrales en caso de
desabastecimiento. Pero desde estas líneas
quiero pedirle un paso más. Poder completar
el círculo para que todos los desabastecimien-
tos que puedan ser cubiertos por formulación
magistral, lo sean. La administración sanitaria
debe anteponer la salud del paciente y una
rápida y fácil accesibilidad al medicamento, a
cualquier otro parámetro económico.
Está claro que los pacientes españoles están
acostumbrados a un modelo farmacéutico con
una capilaridad tremenda: el 99% de la po-
blación tiene una farmacia cerca de su lugar
de residencia. Un modelo que asegura la ac-
cesibilidad al medicamento por parte de toda
la población, viva donde viva. Con estos de-
sabastecimientos, los ciudadanos empiezan a
darse cuenta del esfuerzo diario que realiza
toda la cadena del medicamento para llevar
los fármacos a cualquier lugar de la geogra-
fía española. Y, sobre todo, empieza a darse
cuenta de lo que pasaría si esas oficinas de
farmacia desaparecieran. Aviso para navegan-
tes: cuidemos el modelo porque si no, el prin-
cipal perjudicado será el paciente.
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